El error

Conversación entre el Henry Miller de Sexus y Sylvia. 
Henry Miller (1949) Sexus. 


«La gente se apoya en usted, pero no sabe usted por qué. Incluso los odia por eso, aunque actúa como si fuera amable y sinceramente compasivo. [...] Usted no se atreve a revelar su auténtico yo, ni yo tampoco. Eso es lo que tenemos en común. Vivo peligrosamente, no porque sea fuerte sino porque sé utilizar la fuerza de los demás. Temo no hacer las cosas que hago, porque, si dejara de hacerlas, me derrumbaría. No ve usted nada en mis ojos porque no hay nada que ver. Como le he dicho hace un momento, no tengo nada que darle. Usted sólo busca su presa, sus víctimas, con las que se ceba, sí, ser escritor probablemente sea lo mejor para usted. Si hubiera de poner en práctica sus pensamientos, probablemente se convertiría en un criminal. Siempre tiene usted la posibilidad de elegir entre dos caminos y no es el sentido de la moral lo que le impide seguir el camino que no debe, es el instinto lo que le impulsa a hacer sólo lo que a la larga será mejor para usted.
No sabe porqué abandona sus brillantes proyectos; cree que es la debilidad, el miedo, la duda, pero no lo es. Tiene usted los instintos de un animal, somete usted todo a su deseo de vivir. [...] No teme usted a las trampas humanas sino las otras, las que lo encaminarían por la dirección equivocada contra la que está prevenido y tiene razón. [...] ¿Quién sabe lo que es peligroso? Dudar: eso es lo peligroso. Usted va a conocer muchos más peligros que yo y va a causar mucho más daño a los demás al defenderse de sus propios miedos y dudas. Ni siquiera está seguro en este momento de volver con la mujer de la que está enamorado. Si estuviera seguro de que podría hacer lo que quiere sin su ayuda, la dejaría usted como si nada, pero va a necesitarla y llamará a eso amor. Cuando esté chupando la vida a una mujer, siempre recurrirá a esa excusa. Así es como se engaña usted a sí mismo. Como la mujer no puede darle nunca lo que desea, se toma por mártir.
Una mujer desea amor y usted es incapaz de dar amor. Si fuera usted un tipo de hombre inferior, sería un monstruo, pero va usted a convertir su frustración en algo útil. Sí, siga escribiendo a toda costa. El arte puede volver bello lo horrible. Es mejor un libro monstruoso que una vida monstruosa. El arte es doloroso, tedioso, ablanda. Si no muere usted en el intento, su obra puede transformalro en un ser humano sociable y caritativo. Es usted lo suficientemente grande para no satisfacerse con su mera fama, lo veo. Probablemente, cuando haya vivido lo suficiente, descubrirá que hay algo más allá de lo que ahora llama vida. Puede que todavía viva con el fin de vivir para los demás. Eso depende del uso que haga de su inteligencia, pero no es usted tan inteligente como cree. 
Ésa es su debilidad, su irresistible orgullo intelectual. Si confía unicamente en eso, acabará derrotándose sí mismo.»

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