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Mostrando entradas de noviembre, 2011

y desaparecer

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Siempre he pensado que siento las cosas con demasiada intensidad, en exceso. Cualquier estímulo provoca en mí una reacción desproporcionada; se eriza mi vello y noto como palpita la sangre en mis sienes. Me tiemblan  las rodillas y no responden las manos. Me cuesta dominarme, hace tiempo que desapareció mi autocontrol y se ve anulada mi voluntad ante cualquier sensación. Despierta el monstruo que se esconde bajo la piel y toma el mando de mi conciencia. No sé resistirme a mi misma, atar los instintos mediante la razón nunca me pareció difícil mientras permanecí dentro de mi coraza. Vivo anclada al subconsciente, dependiente de sus deseos y cargando con sus consecuencias. Extraño la razón que me volvía lógica y fría. Las emociones derribaron mis murallas y resultaron ser mi perdición. Calculadora, insensible, irónica y asocial. Todo es más fácil cuando nadie espera nada de ti, cuando no han depositado sus esperanzas en tu conducta, cuando no confían en ti. De repente no eres la protag

Avoiding the obvious.

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Déjame sorprenderte, entrar despacio en tu mente sin hacer ruido. Déjame acariciar tus ideas y estremecer tu piel. Voy a ser esa mota de polvo que observas a contraluz cuando te despistas, espiaré tus movimientos silenciosa, no necesito más. Puedo transformarme en vapor de agua y atravesar tus pulmones, perderme dentro de ti para empezar mi conquista. Voy a mirarte de reojo, fingiré cerrar los ojos cuando cambies tus ideales y te sonreiré cuando me veas hacer trampa. No sé portarme bien cuando se trata de ti.

Atragántate y muere

No soporto a los idiotas, sus voces, sus gestos y sus manías. No aguanto su presencia ni creo que debieran existir. No me mal interpretéis, no me refiero a esos idiot savants que recorren las calles y llenan las estaciones de tren, me refiero a esas personas que, perteneciendo a la masa, pretenden destacar mediante burdas tácticas de llamada de atención, carteles en pecho y espalda pidiendo que alguien les vuele la cabeza. Tú también los conoces, no saben callar y sus palabras atraviesan tus oídos insultándolos con su tonalidad de pepito grillo y sus mal planteadas falacias de seducción.  Me resultan odiosos, me aburre su simplicidad y su idéntica falta de actitud y personalidad. Casi puedo ver funcionar los engranajes de sus nímios cerebros, mientras hablan y gesticulan, intentando liberar risas enlatadas hechas por encargo y coacción. Puta condescendencia, no se merecen vuestra atención; vuestras miradas se sumergen en su laguna mental y quedan atrapadas, permaneciendo atadas a su re