Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2011

Como dato.

Imagen
Hay días en los que sueño tu cuerpo, es algo inevitable. Recorro en mi mente cada uno de tus rincones, los memorizo y me aprendo sus trampas. Aspiro tu perfume inventado y me paro sobre tu boca; quiero observarte, conocer cada uno de tus movimientos, grabar en mi mente tus sonidos y rescatarlos cuando no estés conmigo para así tenerte cerca. Misticismos inventados sobre tu cintura, deslizando mis dedos por tu perfil de diosa me deshago sobre tu espalda y beso tu nuca hasta erizarte la piel. Me pierde tu olor y las ganas de estar contigo.  Bendita divinidad la tuya. 

Nadie teme al lobo feroz

Imagen
Buenos días, cachorro, hacía tiempo que no bajaba por aquí. Creo que he encontrado el sustitutivo perfecto a salarte las heridas. Es algo sorprendente; el monstruo de mi nuca se ha callado, ya no lanza palabras de fuego a mi subconsciente para conseguir que arda mi cuerpo y convertir el calor en rabia con la que despedazar tu carne. Estoy desconcertada; las pesadillas se han escondido de mis sueños y ya no ocupan mis noches. Es curioso que no te haya extrañado, que no necesite desgarrar tu piel para poder dormir, que no me despierte con ansias de escupirte a la cara. He conseguido sustituir tus gritos de sangre por otros y me han abandonado los fantasmas. Ahora sólo me queda esperar, pero duerme tranquilo, bastardo; esta no será tu noche. 

Temor

No suelo tener miedo, no es un sentimiento que recorra mi espina de forma habitual. Pocas cosas consiguen hacerme temblar, pocas, muy pocas y sin embargo cuando caigo se abre un vacío ante mí, un abismo por el que me despeño y pierdo la consciencia. Se forma un nudo en mi garganta y me ahogo, no soy capaz de respirar. Náuseas de puro dolor, desgarro en cada paso, en cada intento por levantarte del suelo. Una descarga recorre mi cuerpo y consigue arquearme, cerrar mis ojos y raptar un grito que se queda enganchado en mis labios al morderlos. Respiro, trato de calmarme, mi pecho se llena y vacía de forma frenética. Me quedo inmóvil, todavía no ha llegado ese momento, me niego a creerlo y consigo engañarme, consigo engañar a mi cuerpo, hacerle creer que tiene la fuerza suficiente para levantarse, para dar un paso más, para seguir sosteniendo mi peso, pero ambos sabemos que eso no durará.