Me gustaría escribir algo sincero. Escribí esto a partir de un nombre, Dante, suelo dispersarme, pensé que Dante es un buen nombre para un niño, de crio Dani, de adolescente Dan y como adulto Dante. No voy a tener nadie a quien llamar Dante, solo que mi mente suele divagar sobre temas que no pienso hasta que se encuentran circulando por mi mente entremezclados con el sabor de la comida. Eneas me también me gusta, digno de alabanza, lo predispone a ello, le da un meta a la que estar ligado, le quita libertad; no es un buen nombre. A ella la llamaría Alicia, noble, leal, verídica. La dejaría vivir en su país de las maravillas mientras la observaría a través del espejo como hizo Lewis Carroll . Serian suyos, ni míos ni de su padre, solo suyos, dueño de sus sueños y de la manera de alcanzarlos. Sería feliz viéndolos desde lejos. No me haría falta esclavizarlos con necesidades vanas, ellos sabrían como conseguirme sin persecución. Les pondría canciones desgarradoras de amor cuando aún fu