Sentimientos de gominola
Siempre pensé que moriría un Domingo. La gente vendría a casa para el velatorio y me llorarían mientras que yo les mirase desde mi caja de cedro. Los más cínicos dirían unas bonitas palabras, contarían felices anécdotas y reirían al final de la tarde, cuando las pretensiones se hubiesen acabado. Siempre pensé que pasaría eso; ahora que estoy muerta, ya no se qué pensar.
Puede que la muerte esté para soñar eternamente. ¿Para qué pensar?
ResponderEliminarPrefiero que la muerte sea, simplemente, muerte. No quiero más pesadillas de las que escapar.
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